Tuve el privilegio de escuchar a Alicia Morales, coach PCC quién fue mi coach durante mi propia formación.
Su larga experiencia le muestra que la dificultad que más ve en los coachees es la auto-exigencia. En realidad cuando la exigencia nos limita en nuestro desarrollo, puede tener otro nombre: el perfeccionismo.
Según mi más corta experiencia tenía la sensación de que la dificultad más común que encuentro es la falta de confianza en uno mismo pero en realidad está totalmente relacionado con el tema de Alicia, ya que es una consecuencia del perfeccionismo.
En las empresas, el “perfeccionista” es generalmente bien visto porque son personas responsables, organizados, dignos de confianza y “adictos” al trabajo con un fuerte rendimiento. ¿Pero cuál es el coste personal y profesional de este perfeccionismo?
El coste del perfeccionismo
En primer lugar, el sufrimiento y la ansiedad porque se sienten cansados, preocupados e “imperfectos”; no pueden disfrutar del éxito ni del presente porque están siempre pensando en el futuro para controlar y prepararse para todas las eventualidades que puedan ocurrir….Profesionalmente, tienen problemas con el compromiso (porque abarcan tanto que a veces no cumplen con los timings), y postergar tareas o dificultad en tomar decisiones porque a lo mejor no es la decisión correcta o no saldrá perfecto “y que pasaría si me equivoco…”. Además, “no entiendo como los demás no tienen ese mismo rigor o exigencia….”
El perfeccionismo es sobre controlar a uno mismo (y por lo tanto mis emociones lo que dificulta a veces las relaciones), controlar a los demás (y por lo tanto, no puedo delegar porque no saldrá exactamente como quiero) y finalmente controlar el mundo que nos rodea. La creencia está en que “si yo me esfuerzo mucho puedo controlarlo todo”. ¿Os suena eso o trabajas con alguien perfeccionista?
Auto-exigencia y metas
Obviamente la exigencia es necesaria tanto para ponerse metas a sí mismo y a los demás como para sacar todo el potencial. El Maratón, las carreras de Benoit, es un buen ejemplo para exigirse. Sin embargo, cuando esta exigencia es “negativa” en el sentido que uno ve sólo lo que «falla» y no lo que «falta» y podría ser, entonces estamos en exigencia y no excelencia. De hecho, la educación occidental es así: cuantas veces has escuchado padres o profesores decir a sus hijos “muy bien hijo pero fallaste en esto..” o “que bien hija pero yo lo hubiera hecho de otro color…”. Yo soy fan de la educación británica en la que muchas veces los profesores simplemente te dicen “well done” o “good try” y punto!
¿Cuál es la buena noticia en todo eso? ¡Es remediable! Hoy yo me considero “ex-perfeccionista” y gracias a mi formación en coaching y mi gran coach Alicia, supe desprenderme de mis creencias limitantes sobre lo que “tengo que hacer” y aprendí a acercarme a la excelencia, a pensar en lo que “quiero hacer” y a disfrutar del momento porque no controlamos nada y eso es justamente lo divertido!
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