«Si no estoy encima, las cosas no salen como yo quiero». ¿Cuántas veces habrás escuchado esta frase en boca de un directivo? Y es que pese a que la persona que dirige a otros tiene como principal misión hacer que otros hagan y no tanto hacer él mismo, lo que consigue alguien que dirige con las frases anteriores es justo lo contrario.
Una actitud que, lejos de empoderar a la persona, la paraliza por completo: el que recibe este mensaje entiende que debe pasar a un segundo plano pues quien realmente sabe es su director, su jefe.
Otra frases que me he encontrado a lo largo de mi experiencia como Coach Ejecutivo son las siguientes:
- Me pienso que a lo mejor el otro no lo va a saber hacer.
- Es que yo quiero que las cosas queden como yo las hago.
- Hasta que yo no lo hago, las cosas no quedan como deben estar.
- Si no estoy encima, las cosas no salen como yo quiero.
- En la mayoría de las ocasiones me tengo que poner serio y levantar la voz para conseguir que las cosas queden bien.
Dice Pascual Montañés, profesor del IE, que “mandar es contar con la inteligencia de los mandados”.
Me pregunto cuánto cuenta con la inteligencia de los mandados alguien que dirige a otros con ese tipo de afirmaciones.
En las sesiones de Retail Coaching que realizo en cadenas de tiendas puedo ver cómo, al realizar un análisis profundo de los costes y los beneficios de estas actitudes, los directivos llevan a la conclusión de que lo único que consiguen es cargarse de trabajo, estresarse, enfadarse, ect… mientras que sus dirigidos pasan a un segundo plano, esperan que el jefe sea quien haga las cosas y su motivación y autoestima quedan a la altura de betún, entrando en un círculo vicioso en el que el jefe cada vez hace más y está más estresado y el “mandado” cada vez hace menos y está más desmotivado.
¿Por qué se comportan así las personas que reciben estos comentarios? La respuesta tiene mucho que ver con el concepto de “profecía auto-cumplida”. Lo que sucede es que están interpretando el papel que el jefe les ha otorgado. Goethe resumió este comportamiento con la frase: “Trata a un hombre tal como es, y seguirá siendo lo que es; trátalo como puede y debe ser, y se convertirá en lo que puede y debe ser”.
¿Cómo salir de este círculo vicioso? Si no sabes cómo contestar a esta pregunta quizá te venga bien comenzar a probar cosas distintas. Te invito que a partir de hoy cambies tu mirada sobre tus “mandados”; que les otorgues otro papel; que pongas el foco en todo el potencial que todo ser humano tiene; que escribas en un papel las cinco cosas que más valoras en esa persona y que todos los días te digas lo bueno que es… ¡hasta con ese que te resulta más complicado de dirigir! Te sugiero que pruebes a pedirle que te sorprenda, que le comentes que confías en que lo hará excelentemente.
No pretendo tener la razón y te invito a que cuestiones lo que aquí te cuento, sin embargo te animo a que pruebes pues quizá te estés perdiendo un espectacular cambio para ti y para tu “mandado”.
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